miércoles, 12 noviembre, 2025
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El hijo de Pablo Escobar en Zaragoza: «No quiero convertirme en el juez de mi padre»

Ha hablado en Zaragoza ante cientos de estudiantes. ¿Cree que todos tienen una idea equivocada sobre la figura de su padre en la cabeza?

Obviamente, y eso me da una gran ventaja. Los chicos vienen motivados para conocer la historia de Pablo Escobar, pero creo que muchos vienen pensando que yo les voy a dar un curso de cómo ser narcos exitosos. Que se encuentren justo lo contrario es lo que a mí me abre las puertas. Mi objetivo es invitarlos a la no repetición de la historia. Dejar muy claro que el camino a la criminalidad nunca nos va a conducir al éxito.

¿Se ha reconciliado con lo que significa la figura de su padre?

Yo nunca me peleé con mi padre, no necesito reconciliarme. Y creo que es tarea de Dios juzgar a mi padre, no mía. Siendo su hijo, simplemente soy parte de sus afectos más importantes. No quiero convertirme en juez de mi padre. Pero, obviamente, el amor que siento por él no me ha quitado el conocimiento para entender y decir a viva voz todos los crímenes que cometió. Porque no estoy orgulloso de su criminalidad, aunque sí que estoy agradecido del padre que tuve porque me enseñó los valores que tengo, paradójicamente.

En su infancia vivió en un mundo poco habitual. Tenía hipopótamos y helicópteros. De las piñatas de sus cumpleaños caían juguetes y fajos de dólares. ¿Lo echa de menos en algún sentido?

No. Ya tuve la experiencia de ser millonario y no me gustó tanto. No fue tan divertido. Estábamos siempre en peligro, nada de lo que obtenías te duraba. Tengo la sensación de que siempre he sentido que el narcotráfico era una maldición por esa razón: todo se autodestruía, literalmente. Por otro lado, haber atravesado esas experiencias me ha servido para tomar decisiones muy diferentes en el presente. Siento que lo que hizo mi padre fue mostrarnos el camino que no tenemos que recorrer.

¿Ha vuelto a Medellín?

En la actualidad llevo 30 años viviendo en Buenos Aires, pero sí que he vuelto a mi ciudad. Volví 14 años después de todo aquello.

La ciudad se ha convertido en un símbolo de la regeneración y la superación del narcotráfico.

Medellín ha hecho grandes cambios, muchos a través de la arquitectura y el urbanismo, donde se han mejorado zonas urbanas que antes estaban muy afectadas por la violencia. De alguna manera se les ha devuelto la dignidad a esas zonas y se ha recuperado el control y la seguridad. Medellín ha hecho grandes cambios para mejorar como ciudad, para tener una tasa de criminalidad mucho menor. Hoy se puede de confiar en las autoridades, antes era muy difícil. Sobre todo para mí en lo personal.

Colombia, en cambio, sigue teniendo grandes problemas pendientes…

La realidad está todavía muy vinculada al narcotráfico. Colombia sigue siendo la número uno en cuanto a la distribución y producción de drogas en el planeta, con lo cual no podemos hablar de que se hayan logrado avances. Desde la época de mi padre hasta hoy, las hectáreas de coca no han disminuido, al contrario, han incrementado exponencialmente.

¿Aboga por la legalización para evitar el narcotráfico?

Llevamos ya 180 años buscando salir adelante a través del prohibicionismo. Y las organizaciones criminales son cada vez más poderosas, cada vez tienen mayor poder de corrupción. Y por otro lado, cada vez son más discretas. Ahora estamos viviendo el fenómeno de los narcos fantasma: no sabemos ni quiénes ni cómo son. Tenemos que empezar a hablar de corporaciones del narcotráfico más que de cárteles de la droga. Y todas estas organizaciones se nutren gracias a las diferentes prohibiciones. Para mí es un acto de irresponsabilidad de los Estados, pues parece que no quieran hacerse cargo de un problema que tenemos entre todos.

¿Cómo valora el turismo alrededor de la figura de su padre?

Existe en Colombia un congresista que muy equivocadamente quiere ayudar a borrar la historia prohibiendo sus figuras y representaciones. Creo que algo así solo servirá para enaltecerla, acrecentarla y empujarla a que siga convertida en un símbolo. Ya he dicho que la prohibición es lo que más propaganda le hace a la droga. Si prohíben la imagen de mi padre se va a generar un mercado negro con empresarios del sector del narcoturismo dispuestos a dar dinero para que la policía no moleste, para que el Estado no controle. Se va a favorecer a los delincuentes. La gente va a seguir consumiendo, queramos o no, toda esta parafernalia vinculada a Pablo Escobar.

Esta fascinación social con los traficantes no es algo exclusivo de Medellín. ¿Qué opina de la llamada narcocultura?

Muchos jóvenes están absolutamente enamorados de la figura del Pablo Escobar y dispuestos a ser él. Tuve un caso en Costa Rica de una señora que llevó a su hijito a una de mis charlas. Estaba obsesionado con la figura de mi papá. Tenía en las redes sociales todas sus fotos. Cuando escuchó mi mensaje renegó de esas ideas. Ese es mi salvoconducto a la hora de ser un conferenciante.

¿El mensaje también es válido para una sociedad como la española?

Estoy seguro de que la inmensa mayoría de los adolescentes que han venido hoy acá no están pensando en ese sueño de ser narco, porque viven en un contexto diferente, porque tienen otros valores como sociedad, porque no están sumidos en la pobreza más absoluta, porque no viven en barrios marginales. Pero quizá más de uno traería una idea equivocada de que el éxito se podía obtener a través de actos ilícitos. Y estoy seguro que estos testimonios contribuyen a desactivar esos pensamientos

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