“Llegar a las personas con tu música, con tu actuación, con tu sentimiento… eso es lo que te llena. Por eso después te piden fotos, porque algo estás haciendo bien, porque interesás. Yo lo viví con mi papá y quiero que la gente se emocione con lo que yo hago”, dijo Facundo Navarro desde España, mientras en los ojos se le reflejaba ese brillo especial, de deseo, orgullo y ambición. En una entrevista íntima con LA NACION, el músico de 23 años rememoró su infancia en los sets de grabación junto a su padre, el actor Adrián Navarro, su debut en el teatro bajo la dirección de Osvaldo Laport y reafirmó su anhelo de triunfar en la industria musical como cantante.
Gran parte de la infancia de Facundo transcurrió “detrás de escena” mientras veía por los monitores cómo actuaba su padre, Adrián Navarro. Era un niño parado sobre un inmenso universo de cámaras y libretos y sin darse cuenta entendió que no solo quería ser un “espectador” en ese mundo, sino también ser parte de él. ”Al principio no entendía mucho. Le decía: ‘Pero papá, ¿cómo estás acá conmigo y también en la tele?’. Era fantasioso para mí. Él tuvo un momento que no paraba un segundo y yo estaba con él, lo acompañaba. Fue muy divertido poder vivir la experiencia”, le dijo Facundo a LA NACION.
Él presenció desde la primera fila el éxito de su padre. Tras su destacada participación en Montecristo (2006) donde interpretó a Federico Solano, Adrián Navarro protagonizó el siguiente gran éxito del prime time de Telefe, Vidas Robadas. Fue el malvado y cínico Dante Mansilla, la mano derecha de Astor Monserrat (Jorge Marrale). Si bien era uno de los “villanos”, su actuación recibió aplausos y su popularidad creció exponencialmente.
“Mi papá nunca nos mostraba la tele. Éramos más familiares, de cine y cena, cero farándulas. Una vez me acuerdo de que fuimos al set de Vidas Robadas y me presentó a Facundo Arana. Él todo amistoso, me preguntó si quería que nos sacáramos una foto y yo no tenía ni idea de quién era. El enano diabólico le dijo: ‘No, si querés sacate una foto conmigo’”, recordó Facundo entre risas. Hoy, no obstante, tiene una muy buena relación con el actor.
Si bien sus recuerdos de algunas situaciones de la infancia son un tanto borrosos, lo que sí tiene presente es que aunque a su padre lo corrían para pedirle una foto, a él eso no le molestaba porque, según advirtió, le permitió “vivir la experiencia de una manera divertida”. “Si te vienen a pedir fotos es porque algo estás haciendo bien, le interesás a la gente y para mí, mi papá está en el Top 10 de actores argentinos”, enfatizó.
Aunque muchos sabían quién era su padre, Facundo rememoró que sus padres se ocuparon de que tanto él como su hermana Violeta (19) tuvieran una infancia normal en la escuela. Siempre le recordaban que era Facundo Navarro y no “el hijo de Adrián”. “Mi papá es y va a seguir siendo mi ídolo, mi referente. Me emociono cuando pienso en él. Nos acompañó siempre, a mí y a mi hermana. Con mi mamá nos cuidaron y nos dieron todo el amor”.
A los ocho años, Navarro pasó de espectador a protagonista. Consiguió su primer trabajo como actor en El derrotado, película dirigida por Javier Torre. Allí interpretó al hijo del protagonista que, a propósito, era su padre. “Necesitaban al hijo del personaje y yo justo daba por la edad. Para todas las películas en las que estuve hice casting, en ninguna me colaron”, aclaró. Y con esta primera experiencia actoral, la semilla artística empezó a germinar, al punto tal de que en 2017 actuó en el film Deja la luz prendida, donde interpretó a la versión infantil del personaje de su papá.
Pero Facundo no solo heredó el amor por el arte de su padre, sino también de su madre, Florencia Fernández Feijóo, realizadora audiovisual y profesora en la Universidad de Cine (FUC). Aunque nadie le dijo que tenía que ser actor, dadas las profesiones de sus progenitores, sintió que ese también era su camino. Incluso, influenciado por su mamá, en 2011 se unió al grupo de teatro Catalinas Sur en La Boca. Allí conoció al rapero Mateo Palacios, conocido por todos como Trueno, y comenzaron una amistad que prevalece hasta el día de hoy. Incluso lo considera una inspiración en su propia carrera como cantante.
Cuando terminó el colegio secundario empezó a darle rienda suelta a su carrera actoral. En 2019 filmó La casa de palos, una película de terror dirigida por Sebastián Sarquís y, aunque también interpretó al hijo de su padre, fue su primer trabajo como coprotagonista.
Y lo cierto es que le gustó verse en escena.
Ese mismo año, Facundo se enteró por boca de su abuela materna, Cristina Piña, ensayista y biógrafa oficial de Alejandra Pizarnik, que representarían en teatro parte de la vida de la escritora. Tras hacer el casting, fue seleccionado para formar parte del elenco de Pizarnik: en el Club de la Serpiente, una obra dirigida por Osvaldo Laport que se presentó en el Teatro Seminari de Escobar y la cual marcó su debut teatral.
“Fue muy buena la experiencia de ser dirigido por Laport. Me decía: ‘Facu así no’. Y yo tenía que aprender. Tenía 18 años y quería llevarme todo el aprendizaje posible. A veces soy medio temperamental y trabajar con mi papá era un desafío -porque al final es mi papá-, pero Osvaldo me llevó por un camino en el que pude desarrollarme y desenvolverme”, puntualizó.
Entre el Hip Hop, el Trap y el sueño de que el mundo conozca su música
A los 19 años, Facundo se fue solo de mochilero a Europa, pero cuando regresó a la Argentina, lleno de ideas, energías y nuevas metas, sus proyectos se truncaron un poco. ¿Por qué? Pandemia. Sin posibilidades de hacer castings, decidió meterse de lleno en otro mundo: “Hice tres cursos de home studio, compré una computadora, un parlante, una placa de sonido y un micrófono y aprendí a hacer música por mi cuenta”. Aunque este arte estuvo presente en su vida desde que era pequeño -a los seis años le regalaron una guitarra- recién ahí descubrió lo mucho que realmente le gustaba.
Esa búsqueda personal y su deseo de crecer en la industria musical lo llevaron a armar las valijas y mudarse a España, donde ya vivía su padre. “Fui en busca de una mejor calidad de vida, de oportunidades y de crecer como persona”, explicó. Si bien su idea era continuar con la música, siempre dejó abierta la puerta de la actuación. Y de a poco las cosas empezaron a acomodarse. “En Madrid, la única forma de conocer gente es saliendo. En mi primera salida conocí al productor Álvaro Fouz de La visión récords y me asocié con la productora como artista y socio”. ¿Qué implica esto? Que no solo hace sus propias canciones, sino que también busca nuevos artistas y organiza presentaciones.
Con el acompañamiento de la productora, Facundo puso toda la energía en la composición de su música. Hasta el momento lanzó dos sencillos: “Ice In Ma Veins” y “Lolabony”, ambos disponibles en Spotify. Además, se presentó en Café Berlín, en Madrid, donde no solo interpretó estas canciones, sino también algunas de las que estarán incluidas en su primer disco, el cual, según los planes, saldrá en un futuro cercano.
Navarro tiene un estilo musical propio que versa entre el Rap, el Trap y el Hip Hop, aunque también quiere hacer Rock, Electrónica y Funk. “Me pasa que me gusta todo y tengo que empezar por algo”, comentó entre risas. “Estoy trabajando constantemente en formarme como músico y sé que en un futuro todo lo que pueda, lo voy a hacer”, argumentó y señaló que ya tiene varios temas escritos.
Al apostar de lleno por su carrera como cantante, el joven de 23 años decidió usar un nombre artístico, “Fly Qu”. “‘Fly’ (en español, volar) es por la idea de llegar lejos. La ‘Q’ es de Facu y le agregué la ‘u’ porque siento que le da más propiedad, lo completa”, explicó. Por un lado, quiere verse “arriba volando” y por el otro Facundo, “siempre está presente”.
Paralelamente y en línea con su personalidad multifacética, incursionó en el modelaje. Actualmente, trabaja con algunas marcas de ropa y apuesta por tener un buen contenido en sus redes sociales como su carta de presentación al público. “Me gusta la moda y sacarme buenas fotos. También es parte de crear el personaje de Fly Qu, de quién es y qué hace. No quiero encasillarme en ser rapero y tener que usar la gorra al costado. Yo soy yo. Me gusta llevar mi propia presencia y juego con mis herramientas”, dijo.
Con 23 años, Facundo Navarro se muestra como un artista ambicioso, seguro y ansioso por abrirse paso en el mundo artístico. Aunque sabe que el camino es largo, está dispuesto a transitarlo y sueña con pararse en un escenario frente a millones de personas. ”Tengo ganas de hacer algo nuevo, armar un nuevo camino. Quiero hacer películas, de lo que sea, en España, en la Argentina o en Italia. Si se presenta la oportunidad voy a estar ahí”, aseguró, mientras ya planifica los próximos shows que dará en el Café Berlín de Madrid.
Hoy es Adrián quien también acompaña “detrás de escena”. “Él me apoya en la música y me quiere ver feliz”. Si bien le gustaría tener un proyecto actoral junto a su padre, también siente la necesidad de continuar volando por su cuenta. “Quiero salir un poco a la luz y que se me reconozcan como Facundo Navarro y Fly Qu. No busco ser famoso, sino ser un artista, y que la gente pueda escuchar y sentir mi música. Que te reconozcan por tu trabajo es lo más valioso”, sentenció. Y justamente, eso que admiró desde siempre de su padre, hoy se convirtió en su propio deseo personal.