martes, 26 agosto, 2025
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Pedro Paiva y Alejandro Orlando en concierto teatral: El humor después del humor en Córdoba

Luego del éxito en el Teatro del Libertador, Los Modernos vuelven a Córdoba Capital con su deslumbrante concierto teatral: “El humor después del humor” en el Teatro Comedia. Funciones: 5, 6, 7, 11, 12 y 13 de septiembre. Anticipadas en: Ticketek.

Libreto original: Pedro Paiva.

En escena: Pedro Paiva – Ale Orlando.

Vestuario, coreografías y dirección: Pedro Paiva – Ale Orlando.

Mucho más que risa…

“El humor después del humor” es mucho más que un espectáculo de comedia: es un manifiesto escénico sobre el lenguaje, la identidad, la cultura y la condición humana, desplegado a través del particular estilo de Los Modernos. Este dúo, formado por Pedro Paiva y Alejandro Orlando, lleva más de dos décadas desarrollando un formato propio de teatro de palabra, en el que el humor se combina con una filosa inteligencia poética, lingüística y filosófica. En esta última propuesta, la obra no solo se pregunta “de qué reímos”, sino también “para qué reímos” y “desde dónde reímos”.

Más de dos décadas de éxitos (Foto: archivo)

Una estructura probada

La dramaturgia de “El humor después del humor” se estructura como una sucesión de monólogos, diálogos, juegos de palabras, digresiones filosóficas, remates, referencias literarias, musicales y culturales. No hay una línea narrativa tradicional ni personajes con conflicto; la obra se construye desde el ritmo, la oralidad y el pensamiento vivo. El humor es el hilo conductor, donde cada una de las escenas conecta con la anterior y la siguiente por asociación, resonancia o contraste. Este formato fragmentario refuerza la idea de que la risa no necesita de la linealidad, sino de la inteligencia del espectador, su capacidad de hilvanar sentidos y dejarse llevar por un vaivén que combina lo trivial con lo profundo.

Una de las columnas vertebrales del espectáculo es la exploración del lenguaje. A través de juegos de palabras, etimologías absurdas, diccionarios no ilustrados, poesía sonora, trabalenguas y dobles sentidos, Los Modernos elevan el lenguaje a categoría de personaje.

Se revalorizan palabras “malas”, se juega con las clases sociales desde el modo en que se nombra el acto de orinar, se recontextualizan vulgaridades con elegancia y se exponen contradicciones de la norma lingüística. Este trabajo pone en evidencia cómo el lenguaje construye no solo el pensamiento, sino también las jerarquías, los prejuicios y la cultura.

El espectáculo no teme internarse en zonas que el humor tradicional muchas veces evita: la muerte, el poder, la religión, el arte, el sexo, la depresión, la maternidad, el amor, la identidad y el paso del tiempo. Con referencias a Sócrates, Kant, Descartes, Nietzsche o Edipo (en su versión original y paródica), Los Modernos interpelan al espectador desde un humor que no evade la tragedia, sino que la abraza y la resignifica.

Este tipo de humor exige una complicidad intelectual del público, pero al mismo tiempo le ofrece una mirada amable, lúdica, irónica y desestructurada sobre los dilemas de la existencia.

Siempre esperados: Los Modernos vuelven con seis únicas funciones (Foto: archivo)

Todos nos identificamos

La obra está llena de referencias a la cultura popular y al pensamiento contemporáneo: desde “neurociencia”, “zona de confort” y “resiliencia”, hasta Instagram, el feminismo, los Beatles, Shakespeare, Disney, Frida Kahlo o las campañas publicitarias. Estas referencias no son gratuitas: se ironiza sobre la banalización de los conceptos, la inflación del lenguaje emocional, el marketing espiritual y la pérdida de profundidad en una época de consumo y sobreinformación.

Aunque el espectáculo es eminentemente verbal, también hay un uso minucioso del cuerpo como herramienta poética y cómica. Movimientos mínimos, coreografías absurdas, gestos contenidos o exagerados construyen una fisicidad que potencia el texto. Asimismo, se recurre a lo cotidiano como materia prima: jaboncitos de hotel, condones, celulares, la figura del portero, las revistas del avión, la depilación definitiva, el pan y el vino… Estos elementos permiten anclar el discurso en lo reconocible, generando identificación y empatía, para luego dar el salto hacia lo simbólico, lo lírico o lo filosófico.

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