Un nuevo Pelicot británico y otro… español. El británico es Philip Young. Drogaba y violaba a su esposa, junto con cinco hombres más, durante 13 años. Se les acusa de más de 60 delitos sexuales entre 2010 y 2023: violaciones, administración de sustancias y posesión de imágenes extremas de menores. ¿Y quién fue este señor? Ahora trabaja en la empresa privada pero fue concejal conservador en un ayuntamiento entre 2007 y 2010. Llevaba la cartera de Cultura, Regeneración y Desarrollo Económico.
El Pelicot español. Vive en Alemania y allí la justicia lo condena a ocho años y medio de prisión tras 15 años de drogar y violar a su esposa. Pero, ¿por qué tan poco? Para que luego digan que los testimonios de las mujeres condenan a los hombres por sí solos, este se ha ahorrado unos cuantos años porque aunque el tribunal reconoce 15 años de agresiones solo hay pruebas de los seis últimos. Él tiene 61 años y, como el Pelicot francés, violaba a su mujer y la grababa para subir las agresiones. ¿A qué se había dedicado en su vida laboral? Conserje de un centro escolar.
Hace un año fue la condena de aquel Dominique Pelicot francés y desde entonces hemos conocido otros muchos casos. Todos con patrones muy parecidos, a veces incluso peores. Con menores agredidas y abusadas por abuelos o padres, incluidos en España. Entre medias, los chats detectados de hombres que comparten fotos íntimas de sus parejas sin que ellas lo sepan.
Pero claro, si ni siquiera el caso Epstein, los abusos a menores y la implicación de Trump impiden que, con ese historial e incluso con una condena, se pueda ser presidente de Estados Unidos… imaginen.
No son monstruos aislados ni excepciones aberrantes: son la prueba de que la violencia sexual contra las mujeres es sistémica, organizada y profundamente normalizada. Y esto no es que yo lo diga porque sí, sino que al menos en Francia unos 200 hombres se pronunciaron durante aquella etapa escribiendo de forma expresa un manifiesto. En él advertían que aquellos tipos que violaron a Gisèle no eran monstruos, sino hombres normales. Igual que estos, uno concejal o el otro conserje de un colegio.
No hay varios Dominique Pelicot por casualidad. Hay varios porque existen las condiciones para que existan. Los que consideran el sexo como un derecho en la pareja. Que la intimidad es un territorio sin testigos. Que el consentimiento de ellas no existe. Que tienen amigos y semejantes que se apuntan a violar. Que quieren crear los mismos vídeos porno que alimentan sus fantasías, por aberrantes que sean. Que drogar, grabar, compartir, no es tan grave si nadie se entera.
Y así durante años, por si todo acaba prescrito. Mientras tanto, estos tipos hablan entre ellos. En chats, en foros, criticando ese feminismo que tanto molesta. Se validan compartiendo a sus parejas y su contenido propio. Se reconocen. No todos violan, pero otros miran hacia otro lado. Porque la complicidad de todo un sistema es el suelo fértil donde crecen los Pelicot.
*Profesora de la UOC y periodista
